En junio de 2024 nos decidimos a visitar el norte de España, concretamente las regiones a caballo entre Cantabira y Asturias. Para ello, fuimos en tren hasta la estación de Abando en Bilbao y allí alquilamos un coche para movernos por la zona. En total hicimos 1.002 kilómetros, y este es el relato de nuestra ruta, ¡que esperamos te ayuda para diseñar la tuya!
Tras recoger el coche en la estación, nos fuimos directos a Cantabria. Nuestro viaje comenzó en Santillana del Mar, una de las localidades medievales mejor conservadas del norte de España. Pasear por esta ciudad te transporta a tiempos pasados, con sus calles empedradas y sus casas tradicionales. Allí podéis visitar el Museo de la Tortura, si os apetece conocer los métodos de esas épocas… Nos alojamos en el Hotel Los Infantes, un hotel-museo muy peculiar. Para cenar, elegimos el restaurante El Bisonte Rojo, una excelente opción. Podéis aparcar en el parking público de Santillana.
Al día siguiente, tras un breve paseo de nuevo por Santillana, seguimos nuestra ruta hasta el pintoresco pueblo de Comillas, situado en la costa. Allí visitamos la obra de Gaudí, El Capricho, y paseamos por su casco antiguo, tranquilo y lleno de encanto. Una breve parada y seguimos de ruta.
A pocos kilómetros de Comillas se encuentra la localidad de San Vicente de la Barquera, dividida por rías. Aparcar aquí puede ser un poco complicado, hay que tener paciencia. Empezamos nuestro recorrido subiendo hacia el castillo y visitamos la iglesia de Santa María de los Ángeles, que forma parte de la ciudad medieval antigua (la entrada cuesta 2 €). Desde allí contemplamos excelentes vistas de las dos rías que convergen. Después de la iglesia, volvimos sobre nuestros pasos y visitamos el castillo, donde también disfrutamos de magníficas vistas de la localidad y de la línea de costa. La entrada también costó 2 €.
Ya era hora de comer y decidimos hacer unos 20 minutos en coche para llegar a Buelna y al restaurante La Sauceda, donde degustamos los clásicos cachopos asturianos y las mejores fabadas tradicionales. Este restaurante ha ganado varios premios a la mejor fabada asturiana y al mejor cachopo. ¡Exquisito! Trato genial, y servicio rápido.
Después de comer, hicimos un pequeño desvío hasta la Playa de Buelna, donde el océano se encuentra con los acantilados. Es un lugar accesible a pie desde el pueblo más cercano, mediante una pequeña ruta circular de unos 45 minutos. También visitamos el Mirador de los Picones.
La siguiente parada en nuestra ruta fue el pueblo costero de Llanes. Hicimos una breve parada, de 30 a 45 minutos, para conocer esta encantadora localidad.
Y nuestra última parada del día fue la localidad también de costa de Ribadesella. Allí, dimos un paseo por la ribera del Sella, contemplando las pequeñas embarcaciones de pescadores. El paseo marítimo de Ribadesella nos ofreció una larga caminata; si tienes tiempo, puedes visitar también la ría occidental y pasear por la parte nueva, donde se encuentran la mayoría de las villas y casas señoriales, en una pequeña bahía que, salvando las evidentes distancias, recuerda un poco a la bahía de San Sebastián.
Desde allí seguimos nuestra ruta hasta llegar a Cangas de Onís, punto final del día.
Un pequeño paseo por Cangas de Onís por la mañana nos permitió ver el antiguo puente romano, que cruza el río Sella. Es una de las atracciones turísticas más importantes aquí, juntamente con la iglesia de Santa María de la Asunción. Por cierto, Cangas de Onís es el punto de partida de una de las mejores rutas moteras de los Picos de Europa.
Visitamos seguidamente el santuario de Covadonga, un lugar emblemático en el Parque Nacional de los Picos de Europa. Llegamos hasta el Santuario y aparcamos en los parking de la parte superior, disfrutando de vistas espectaculares del entorno montañoso. Llegamos antes de las 10:30, porque a partir de esa hora empieza a llegar todo el mundo y el parking se llena. El santuario alberga la Santa Cueva con la imagen de la Virgen de Covadonga, patrona de Asturias, y es un popular destino de peregrinación. Además, cerca se encuentran los lagos de Covadonga, que merecen una visita aparte y, si se desea, mejor reservar un día para ellos. Hay que tener en cuenta las restricciones de acceso a los lagos en verano; hay un servicio de autobuses de la compañía ALSA que llega a los lagos.
De camino hacia Potes, hicimos una parada en el mirador del Picu Urriellu (https://maps.app.goo.gl/5FiAQfQPaAGySLdr6), desde el cual, si la niebla lo permite, se alza una impresionante vista del Naranjo de Bulnes.
La parada para comer fue en Potes, uno de los lugares neurálgicos de los Picos de Europa. Desde allí se accede a la carretera que va hacia Fuente Dé y al funicular de los Picos de Europa. En Potes comimos en el restaurante El Cantón. Después de un breve paseo, seguimos hacia el Monasterio de Santo Toribio, a apenas cinco minutos de Potes. Realizamos una breve visita al claustro del monasterio para luego seguir hacia la localidad de Mogrovejo, considerada una de las más bonitas de la región. Desde allí, se puede finalizar el día en Fuente Dé o bien regresar a la costa para coger la autopista hasta Villaviciosa, como hicimos nosotros.
En Villaviciosa, famosa por su elaboración de sidra, seguimos el itinerario turístico recomendado, siguiendo las marcas de manzanas en el suelo. Para cenar o comer, te recomendamos la sidrería La Ballera (https://maps.app.goo.gl/kstHJpPsqgD1Y7UB9).
Al día siguiente nos fuimos directos a Gijón, para dar un breve paseo por el frente marítimo. Tras visitar Gijón, nos dirigimos hacia Cudillero, donde aparcamos en el parking a escasos 400 metros de la localidad. Comimos en Casa Mari, muy recomendable y con precios razonables. Un lugar curioso e interesante que vimos en Cudillero fue el túnel del río Piñeira, de 300 m, por el que se puede andar, aunque con precaución.
Seguimos ya hacia Avilés, donde, en vez de entrar en la ciudad en sí, fuimos hacia el Faro de Avilés, donde Woody Allen rodó la escena final de «Vicky Cristina Barcelona«. El Faro de Avilés es buen lugar para pasear con vistas espectaculares del mar Cantábrico y los alrededores de la ciudad.
Y nuestra última parada fue Oviedo, donde hicimos noche. Un paseo por Oviedo nos permitió explorar su encantador casco histórico, con calles empedradas e impresionantes edificios de estilo prerrománico asturiano, como la Catedral de San Salvador.
Al día siguiente, regresamos a Bilbao por la autovía y devolvimos el coche en la estación del tren de Abando, desde donde tomamos el tren de regreso a casa.
¡Esperamos que esta crónica os haya resultado útil!